La zona comprendida por el río Esla, afluente de la ribera derecha del Duero, además de los suyos propios, facilitó en el tiempo que se dieran las condiciones necesarias para la implantación de núcleos de población dedicados, fundamentalmente, al desarrollo agrícola y ganadero.
Así, durante los siglos XIV, XV y XVI principalmente, las construcciones dedicadas al culto religioso acapararon la utilización de las mejores técnicas constructivas de ese tiempo. El Arte Múdejar, resultado de dar soluciones a las necesidades del culto cristiano en un mayor grado, utilizando técnicas constructivas peninsulares con sistemas y decoraciones de base andalusí, sirvió para "cubrir" dichos espacios. Las techumbres de la serie aquí detallada, son el mejor legado que los "alarifes" de aquel entonces nos han dejado, como testimonio del sistema netamente peninsular denominado "Carpintería de Armar de lo Blanco".
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https://www.turismocastillayleon.com/es/patrimonio-cultura/ruta-artesonados-mudejares-via-plata
A raíz de la creación del Marquesado de Priego a la familia de los Fernández de Córdoba y Pacheco por los Reyes Católicos, la ciudad comenzó una época de progreso y avance a principio del siglo XVI, con la construcción de varios edificios públicos y recintos religiosos. Así, la Iglesia de San Esteban, con su recinto conventual, y la Iglesia de la Anunciación fueron claros ejemplos del gótico tardío con elementos mudéjares.
Posteriormente, durante el siglo XVIII, con el auge del comercio de la seda principalmente, se ubicaron artistas de toda índole en la ciudad, siendo el foco más importante el taller del arquitecto D. Francisco Hurtado Izquierdo. Desde dicho taller sus discípulos ampliaron e implementaron decoraciones en los templos mencionados, con la peculiaridad, en la mayoría de los casos, de no cubrir la totalidad de la superficie intervenida, propiciando lo que se ha denominado el "barroco cordobés", cuyas principales características son la luz interior, el color blanco de sus paredes y los intensos ventanales que cubren e iluminan todas las estancias, resaltando sobremanera, altares, elementos de cultos y, en definitiva, cautivando al observador e invitándole a la oración y admiración de todo su entorno.
A mayor abundancia, seguid el enlace que se inserta a continuación:
https://turismodelasubbetica.es/item/ruta-del-barroco-cordobes
Como consecuencia de unos factores geográficos privilegiados, que definen las tierras de una zona comprendida entre las provincias de Palencia, Valladolid, Zamora y León, después de la Reconquista surgen núcleos de población para la explotación de la riqueza de los cultivos agrarios propios de ese contexto geográfico, como es el cereal fundamentalmente. Tanto es así que, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, se proyecta y ejecuta una parte importante del denominado "Canal de Castilla", que serviría como medio de transporte del grano a los puertos del norte de España para su distribución y venta.
Las carencias edilicias de todo tipo de esas poblaciones hasta esos momentos, hizo que, desde el ámbito religioso, se erigieran Iglesias, Ermitas y todo tipo de inmuebles de ese uso para dar respuesta a esa necesidad. Así, durante el siglo XVI fundamentalmente, se erigieron magníficas Iglesias al amparo de esa riqueza del comercio agrario, que han sido puestas en valor en nuestros días.
Concretamente, en la provincia de Palencia, se han destacado cuatro poblaciones que han formado una especie de consorcio para poner en valor el enorme Patrimonio inmobiliario y mobiliario que albergan sus Iglesias. Dicha iniciativa se ha denominado "Museos del Renacimiento", siendo sus poblaciones más emblemáticas: Becerril de Campos, Paredes de Navas, Cisneros y Fuentes de Navas.
Especialmente se han de resaltar las techumbres mudéjares que cubren esos templos, sin perjuicio del resto de atributos arquitectónicos y constructivos que componen cada conjunto. La Carpintería de Armar de lo Blanco española, como elemento de cubrición de todos esos espacios, es el mejor regalo que los fieles obtienen cuando elevan sus ojos hacia el cielo buscando ese encuentro con Dios.
A mayor abundancia, se puede seguir el enlace que se inserta:
https://camposdelrenacimiento.com/
Cuenta la leyenda que cuando los árabes invadieron la península allá por el siglo VIII, debido a la rapidez de su incursión, los visigodos, en su retirada, escondieron parte de sus tesoros y enseres preciosos en zonas de cuevas y túneles próximos a los lugares de culto, para que no cayeran en manos de aquellos.
Uno de esos tesoros se piensa que era la "Mesa del Rey Salomón" que, según la leyenda, es donde dicho rey escribió todo el conocimiento del Mundo y del Universo, la fórmula de la creación y el verdadero nombre de Dios, dándole a su tenedor el conocimiento absoluto. Dicho tesoro fue robado por las legiones de Tito durante la destrucción del Templo de Jerusalén y, posteriormente, en la caída del Imperio Romano a manos de los pueblos godos, traída al sur de Francia para, posteriormente, llegar al Reino de Toledo. Se cree que en los túneles próximos a la Ermita de Santa María de Melque pudiera estar aún escondida...
Por otro lado, después de la conquista de Toledo en 1.085, se fortificó ampliamente la ribera sur o izquierda del río Tajo, reconstruyéndose la antigua alcazaba de Montalbán, que está situada en un recodo del río Torcón, en lo que hoy conocemos como el Castillo-Fortaleza de Montalbán, cercano a la villa de Puebla de Montalbán. Fueron precisamente los avatares de sus tenedores y sus disputas, desde los Templarios, pasando por la Orden de Santiago, familias nobiliarias y volviendo posteriormente a manos de la Corona de Castilla, los que dieron importancia al mismo.
El episodio más importante se concretó en la disputa entre Juan II de Castilla y su primo el Infante Enrique de Aragón, allá por el año 1.420, cuando este castillo fue asediado por el Infante, pretendiendo rendir al rey y obtener su reino. Si hubiese podido someter la fortaleza, quizás la Historia de España como la conocemos, hubiera cambiado de manera importante.
Hay una visita guiada al recinto del Castillo realizada por un historiador, cuyo doctorado lo basó precisamente en la historia del mismo. La persona de contacto: Óscar Luengo, 627562921. Merece la pena las casi tres horas de explicación y admiración del conjunto.
A mayor abundancia, se pueden seguir los enlaces que se insertan:
https://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/castillo-de-montalban-99164/descripcion/
Para la visita de Santa María de Melque:
https://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/yacimiento-visitable-de-melque-3264/descripcion/
En las estribaciones del Sistema Ibérico, y más concretamente en la red de ríos formada para la recogida de las escorrentías de la zona suroeste de dicho Sistema, se halla el río Henares, afluente del Jarama, y éste, a su vez, del Tajo. Por sus singulares características de elevaciones y depresiones, históricamente siempre fue lugar idóneo de asentamientos humanos. Así, desde la importante ciudad romana de “Complutum”, pasando por la islámica “al-qal'a Nahar”, que significa “El Castillo sobre el Henares”, hasta la conquista cristiana en tiempos de Urraca I de León en el siglo XII, la ciudad pasó por distintos avatares y periodos fecundos en comercios, privilegios y ferias, donde la población era de lo más variopinta, una amalgama de cristianos, judíos y musulmanes.
No fue hasta tiempos de Isabel la Católica y el Cardenal Cisneros cuando la ciudad adquirió definitivamente la importancia que le llevó a tener, entre otras cosas, la Universidad de Alcalá, cuna del saber, donde se formaron importantes personajes en los siglos posteriores.
Sobre los sistemas arquitectónicos y constructivos empleados, decir que el “Estilo Cisneros” (finales del siglo XV y principio del XVI), tiene un esquema entre el gótico isabelino, primer renacimiento español, plateresco y determinados elementos mudéjares. Los muros fueron construidos, en función de la importancia del edificio (conventos, colegios universitarios, hospederías, iglesias, etc.), en aparejos de sillería labrada o muros de mampostería ordinaria, tapial y verdugadas de ladrillos, incluso de sillería, del tipo toledano castellano, al amparo de la intervención de arquitectos y maestros traídos de aquella ciudad. El patio interior de los edificios cobra en esta ciudad especial importancia, bien como distribuidor de los distintos espacios, bien como elemento enriquecedor, todo ello desde el punto de vista decorativo. Las cubiertas y forjados de pisos se resuelven empleando, fundamentalmente, sistemas mudéjares, como las techumbres de armaduras de "par y nudillo" apeinazadas y ataujeradas, incluso alfarjes en los niveles intermedios en altura, además de los artesonados, ya propios en la época de mediados y finales del siglo XVI.
A mayor abundancia, seguid el enlace que se inserta.
Es fácil deducir que, históricamente, los asentamientos humanos han necesitado la aguada como manera de garantizar el abastecimiento de ese líquido vital para la vida. Así, las riberas de los ríos han sido los lugares más utilizados por las distintas comunidades para situar su hábitat, especialmente cuando empleaban ese agua para el riego de los cultivos propios de cada región.
Palma del Rio se sitúa en un meandro del río Genil, en su confluencia con el río Guadalquivir. Ya en tiempo de los romanos, el procónsul Aulo Cornelio Palma construyó su palacio y amurallamiento en la zona y, durante la invasión islámica de la península, este lugar fue escogido deliberadamente como centro de producción de cultivos de huerta, dada la abundante escorrentía de agua que ambos ríos llevaban normalmente. Con la llegada de los siglos XII y XIII, los almohades fortifican de manera importante la ciudad, construyendo una alcazaba y una muralla con albacar, para garantizar la protección de la población ante las ya insistentes incursiones cristianas a la zona.
Finalmente, en 1241 la ciudad fue conquistada por las huestes de Fernando III El Santo, siendo durante el siglo XIV cuando Alfonso XI asigna las tierras de la zona como señorío a su Almirante, Ambrosio Bocanegra. Posteriormente, a principio del siglo XVI, el señorío se convierte en condado, siendo el primero Luis Fernández Portocarrero Bocanegra, fijando su residencia dentro de la antigua alcazaba almohade de la villa, en lo que se ha denominado Palacio Portocarrero.
Después de sufrir distintas remodelaciones y reedificaciones, el Palacio que nos ha llegado se sitúa dentro del recinto amurallado de la antigua alcazaba almohade, siendo este elemento, en mi opinión, el de mayor valor del inmueble. La familia Moreno de la Cova-Ybarra Sainz de la Maza, sus actuales propietarios, son los que han invertido en la puesta en valor del conjunto tal y como lo vemos hoy en día.
Como momentos históricos vividos en el Palacio señorial y condal, decir que, en 1486, se celebró el banquete de los desposorios de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como El Gran Capitán, y, en 1501, se alojaron en el mismo los Reyes Católicos durante unos días. Incluso sirvió de escenario de la película “El Reino de los Cielos”.
A mayor abundancia, véanse los enlaces que se insertan.
El desarrollo de la medina de Qurtuba, antecesora de nuestra Córdoba cristiana, en lo que a la zona de intramuros se refiere, se aglutinó a través de las distintas mezquitas que componían su trazado. Así, además de la gran mezquita aljama, la principal o de los viernes de cualquier medina musulmana, todas éstas regulaban la vida diaria de sus habitantes.
A partir de 1.236, cuando la ciudad fue conquistada por Fernando III El Santo y sus huestes, todas estas mezquitas se convirtieron en Iglesias de culto cristiano, siendo cada una de ellas el centro neurálgico de la organización implantada por el Rey Santo, ésto es, el control jurídico-administrativo de cada núcleo, con una organización radial formando parte del Concejo de la ciudad, denominándose cada una de estas zonas “Collación”. De esta forma, el reparto del caserío, tanto de la antigua medina o “Villa”, como de la zona situada al este de la ciudad, denominada “Ajerquía”, quedó fijado a esta trama.
En un principio, las iglesias estaban formadas por la misma construcción que tenían las mezquitas a las que sustituyeron en el rito, cambiando en su interior la orientación del rezo, desde la Sur-Sureste islámica a la Este-nordeste cristiana. Además, la organización mural y la implantación del presbiterio exigieron realizar algunos cambios estructurales. Por otro lado, los alminares, torres adosadas al “sahn” o patio de las abluciones previo a la entrada al ”haram” o zona cubierta para la oración, que servía para que el “almuédano” llamara a la oración a los fieles, se convirtieron, de una u otra forma, en una especie de torres-campanarios.
Pasado el tiempo, entre la segunda mitad del siglo XIII y primera del XIV, estos edificios fueron demolidos y, en su lugar, se construyeron iglesias con unas características especiales que se denominaron “Iglesias Fernandinas”. Las principales son las siguientes:
Posteriormente, todas estas Iglesias sufrieron modificaciones, ampliaciones y restauraciones varias que les hicieron perder esas características iniciales. Así, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, los elementos barrocos se implantaron en la mayoría de ellas, alterando de manera importante las estructuras de las mismas: cambios de las cubiertas con armaduras de madera por bóvedas de material pétreo o cerámico, reformas en los pilares que sostenían los arcos que hacían interaccionar las naves, en los revestimientos exteriores, las portadas de los accesos, etc.
De esa forma, han llegado hasta nuestros días 14 Iglesias que fueron diseñadas y construidas con esas pautas, siete en la zona de la antigua “Villa” y otras siete en la zona de la “Ajerquía”.
A mayor abundancia sobre la Ruta por estas Iglesias, seguid los siguientes enlaces:
https://www.turismodecordoba.org/ruta-fernandina#
https://www.encordobate.com/ruta-iglesias-fernandinas
Para una mayor y mejor información, recomiendo el libro titulado “Paseo Fernandino”, cuya autora, Doña María José Muñoz López, licenciada en Historia del Arte, es la Directora del Museo Diocesano de Córdoba, además de especialista en Arte Cristiano.
Al igual que el caso anterior de la “Qurtuba” islámica, la “Ishbiliya” islámica, la actual Sevilla cristiana, en lo que a la zona de intramuros se refiere, se aglutinó a través de las distintas mezquitas que componían su trazado. En un principio, el trazado de la medina sevillana se adaptó al entramado de la ciudad romana de “Hispalis”, aunque rápidamente sobrepasó los límites de ésta, para desarrollarse por dichos extramuros romanos. Así, durante la primera mitad del siglo IX, se construyó la mezquita “Ibn Adabbas”, junto a una de las pandas del recinto murado romano, donde hoy en día está la Iglesia de “El Salvador”, que sería la aljama de la medina hasta que los almohades, en el siglo XII, construyeron una nueva mezquita de los viernes, donde hoy en día está la Sagrada Catedral sevillana. Decir que, sobre los restos que quedan de la mezquita Ibn Adabbas, hoy en día se puede ver su sahn que coincide con el pequeño patio interior aporticado, donde se sitúa la puerta norte de la actual Iglesia de El Salvador. Además, el antiguo alminar sigue estando integrado en la construcción que circunda dicho patio y que tiene fachada a la actual calle Córdoba.
A partir de 1.248, cuando la ciudad fue conquistada por Fernando III El Santo y sus huestes, al igual que en Córdoba, todas estas mezquitas se convirtieron en Iglesias de culto cristiano, siendo cada una de ellas el centro neurálgico de la organización implantada por el Rey Santo, ésto es, el control jurídico-administrativo de cada núcleo, con una organización radial formando parte del Concejo de la ciudad, denominándose cada una de estas zonas “Collación”, al igual que lo especificado para Córdoba. No en vano, la organización de ambas ciudades corrió a cargo del mismo rey y su hijo, Alfonso X El Sabio.
Como ya se ha especificado para Córdoba, en un principio, las iglesias estaban formadas por la misma construcción que tenían las mezquitas a las que sustituyeron en el rito, cambiando en su interior la orientación del rezo, desde la Sur-Sureste islámica a la Este-nordeste cristiana. Además, la organización mural y la implantación del presbiterio exigieron realizar algunos cambios estructurales. Por otro lado, los alminares, torres adosadas al “sahn” o patio de las abluciones previo a la entrada al ”haram” o zona cubierta para la oración, que servía para que el “almuédano” llamara a la oración a los fieles, se convirtieron, de una u otra forma, en una especie de torres-campanarios.
Pasado el tiempo, entre la segunda mitad del siglo XIII y primera del XIV, estos edificios fueron demolidos y, en su lugar, se construyeron iglesias con unas características especiales que se denominaron “Iglesias Fernandinas o Alfonsíes”, ya que, en Sevilla, la acción de Alfonso X tuvo mayor incidencia si cabe que en Córdoba. Las principales características son las siguientes:
Posteriormente, todas estas Iglesias sufrieron modificaciones, ampliaciones y restauraciones varias que les hicieron perder esas características iniciales. Así, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, los elementos barrocos se implantaron en la mayoría de ellas, alterando de manera importante las estructuras de las mismas: cambios de las cubiertas con armaduras de madera por bóvedas de material pétreo o cerámico, reformas en los pilares que sostenían los arcos apuntados que hacían interaccionar las naves, en los revestimientos exteriores, las portadas de los accesos, etc. Decir que la Iglesia “Omnium Sanctorum”, situada junto al Palacio de los Marqueses de La Algaba, actual Museo Mudéjar de la ciudad, es la que ha mantenido mejor los elementos iniciales de su construcción.
A mayor abundancia sobre la Ruta por estas Iglesias, seguid los siguientes enlaces:
https://robertopaneque.blogspot.com/2016/05/collaciones-medievales-iglesias.html
http://enciclopedia.us.es/index.php/Iglesias_g%C3%B3tico-mud%C3%A9jares_de_Sevilla
https://andalfarad.com/iglesias-mudejares-de-sevilla/
https://www.visitarsevilla.com/san-fernando-sevilla/
Para un mejor reconocimiento de la Iglesia de Santa Catalina, integrante de la Ruta sevillana, el siguiente enlace es muy preciso y lleno de detalles. Decir que la ubicación de esta Iglesia se corresponde, sensiblemente, con el lugar donde se supone estaba la puerta norte sobre el recinto amurallado, o del cardo máximo, (calle principal de las ciudades romanas con una orientación norte sur), de la antigua Hispalis.
https://maravillasdeespana.blogspot.com/2019/12/iglesias-de-sevilla-santa-catalina-y-el.html
Este yacimiento arqueológico pertenece a lo que se denominó “Cultura de las Motillas”, que se enclava dentro del periodo prehistórico de la “Edad del Bronce” peninsular, más concretamente en el primer episodio de dicha denominación, el llamado “Bronce Antiguo”, con un estrato temporal entre 2.250 y 1.900 a.a.C. La ubicación del mismo se sitúa en las terrazas del río Azuer, afluente de la ribera izquierda del Guadiana, en la actual provincia de Ciudad Real.
Como en la mayoría de los asentamientos interiores humanos a lo largo de la historia, la aguada era la principal característica que debería contemplar su elección. Es por eso que, normalmente, se establecían en los márgenes de los ríos o sus embalsamientos naturales, para garantizarse esa agua, bien para su consumo o bien para el riego de los cultivos. Ya en ese periodo climatológico, la regularidad de las lluvias y, por lo tanto, las escorrentías de los ríos, no era constante, alternándose periodos más o menos secos con los lluviosos. La existencia de las terrazas llanas de la zona, propició que los cultivos más importantes fueran los de secano, situados en los sotobosques existentes en aquella época, además de las zonas libres de arbolado, y que eran el medio de vida fundamental de los pobladores de la zona. La especial estructura geológica de la misma, propicia que existan rebosaderos naturales de las aguas freáticas que no vierten directamente a los cursos fluviales, y que se denominan “ojos”. Cuando los periodos eran secos, las aguas freáticas no afloran, siendo necesario acceder a su nivel en cada momento a través de pozos.
Así las cosas, los grupos humanos del periodo indicado ya valoraron de forma importante la protección y sistematización del acceso al mencionado nivel freático, construyendo pozos excavados en el terreno. Los accesos a dichos pozos fueron protegidos mediante estructuras verticales a base de muros concéntricos irregulares graduados en altura que, pasado el tiempo y habiéndose abandonado su habitación y gestión, fueron cubiertos por la tierra y polvo, quedándose su silueta como un montículo o túmulo, de ahí la denominación de estos yacimientos como “motillas”.
Como he dicho anteriormente, la defensa de esa aguada requirió una fuerte defensa por parte de esas agrupaciones humanas que habitaron la zona. Ante la falta de los conocimientos constructivos adecuados, los muros que componían las distintas empalizadas concéntricas, se hicieron de manera muy irregular, con muros de lascas de piedras recibidas con mortero de arcilla, pero sin la trabazón necesaria que garantizara su estabilidad estructural. Así, se han podido documentar, en los estudios arqueológicos realizados, distintas reconstrucciones que, ya en esa época, sufrieron algunos de estos muros por el derrumbe de parte de dichas estructuras.
Aprovechando el sistema defensivo de la aguada, los grupos humanos que la gestionaron construyeron sus hábitats adosados a dichos muros, incluso situaron depósitos para el almacenamiento del grano de sus cultivos entre los mismos, además de servirles como lugar de enterramiento.
Para mayor abundancia de conocimientos, inserto los siguientes enlaces interesantes:
https://www.motilladelazuer.es/es/descripcion-general
https://cultura.castillalamancha.es/patrimonio/yacimientos-visitables/motilla-del-azuer
Para concertar la visita del yacimiento, se inserta dirección y teléfono de contacto:
Museo Comarcal de Daimiel
C/ Luis Ruiz Valdepeñas, 8 bis
13250 Daimiel – Ciudad Real
Tfno: 926 853 479
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